Sé eso que has venido a ser. Esa es la perfección. No hace falta más que eso. Todo lo de más nos distrae, confunde y nos hace sufrir.
Para ser, no hace falta un proceso de refinamiento y multitud de terapias, porque simplemente ya somos. Relajarnos profundamente y abrirnos a descubrirnos es lo que nuestra alma necesita, para que el ruido mental calle y ella se haga más presente. Nunca nos ha dejado. Esta en nosotros. Nuestro ser esconde el tesoro más bello que podamos encontrar jamas.
Esto me recuerda un cuento con un gran significado, que dice así:
Cuentan que un día se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza. Entonces uno de ellos planteó que si les creaban idénticos a ellos, entonces resultarían ser dioses y no hombres.
Para que esto no sucediera decidieron quitarles algo. Después de mucho pensar, uno de ellos dijo: “Ya sé, vamos a quitarles la felicidad». «El único problema va a ser donde esconderla para que no la encuentren jamás”.
Uno propuso “Vamos a esconderla en la cima de la montaña más alta del mundo”. A lo que otro repuso: “¡No! Recuerda que les dotamos de fuerza, así que uno puede conseguir subir y encontrarla, y si la encuentra uno, todos los demás sabrían dónde encontrarla».
«Entonces – propuso otro – podemos esconderla en lo más profundo del mar». Y otro contestó «¡No! recuerda que les dimos inteligencia. Alguna vez inventarán algo que les permita llegar allí».
Otro Dios pensó haber encontrado la solución al problema: «Vamos a esconderla en otro planeta». Pero le contestaron «¡Imposible! recuerda que les dimos audacia y algún día construirán una nave para llegar a ese planeta y encontrarán la felicidad».
El último de ellos era un Dios que había permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás Dioses. Después de este debate, rompió su silencio y dijo: «Creo saber dónde esconderla para que realmente nunca la encuentren». «¿Dónde?» Preguntaron los demás.
«La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera que nunca la encontrarán».
Y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva dentro.
La mente o el ego es una realidad con la que no debemos batallar. Al ego no se le gana echándole un pulso. Hay que aceptar su influencia. La cuestión es que podamos vivir gradualmente de forma mas consciente y poner la mente, como herramienta que es, a nuestro servicio, sin que estemos nosotros a su servicio.
Si soy consciente de que pienso, yo no soy el pensamiento. Tengo forma física, pero tampoco soy el cuerpo. La ilusión de separación absoluta convierte la realidad en pesadilla y esta muy ligada a la mayor ilusión de todas, que es la muerte. Somos consciencia y darnos cuenta de este echo puede transformarnos profundamente y sacarnos de laberintos neuróticos que nos enferman.
¿Y qué es la consciencia? La consciencia es la capacidad del ser humano para reconocer y percibir la realidad que lo rodea, para relacionarse con ella, reconocerse dentro de ella y reflexionar sobre ella, y al mismo tiempo, el acto psíquico por medio del cual el individuo se reconoce a sí mismo en el mundo.
¿Y qué es la enfermedad? La enfermedad es la respuesta biológica que el cuerpo le da al conflicto que vive la persona a nivel energético-mental-emocional, porque la vida busca la coherencia en todos sus campos. Nuestra infelicidad es el fruto de nuestro error de ver, percibir y aceptar la vida tal y como es. Porque en realidad, mas allá de nuestros deseos y fantasías, las cosas SON, y aceptarlos nos abre a una comprensión mayor de la situación.
La gente se empeña en controlar y bloquear sus emociones, que surgen desde adentro, sin previo aviso, descontroladas, como una necesidad física más. Muchos creen que son expresiones negativas (miedo, rabia, tristeza, culpa…) y que deben sanarlas, pero la verdad es que ellas son las que vienen a sanarnos. Simplemente son residuos de las experiencias pasadas que deben ser expresadas y vividas para que esa experiencia pueda integrarse completamente y volvamos a la unidad.
Las personas que emprenden un proceso de autoconocimiento muchas veces lo hacen para sentirse bien y huir del mal-estar. La verdad es que la transformación interna no siempre es cómoda, ni para la propia mente ni para las personas cercanas que presencian expresiones fuera de lo habitual, pero hace que nuestro día a día sea más coherente con aquello que realmente somos, y nos permite una vida más serena y más lucida.
El autoconocimiento de lo real se da desde la curiosidad, la apertura y la confianza. No hay nada malo que debamos ocultar o avergonzarnos. Como el día y la noche, en nosotros esta la expresión de lo luminoso y lo oscuro, y darnos cuenta de esta realidad nos espanta los fantasmas y las fantasías que suelen mantenernos en estado infantil y/o víctima.
El salto al vacío de soltar en lo que nos hemos identificado y aferrado para construir una personalidad, es sin duda un proceso de madurez y coherencia, y es inevitable transitar los laberintos internos.
El camino puede ser vivido como algo difícil y casi imposible o como un juego en que puedo desarrollar mis dones y capacidades, sorprenderme con mi propia sabiduría interna que opera siempre desde la inteligencia universal y abrirme a percibir la vida y el mundo de una forma totalmente diferente. Yo decido aprender desde el amor o desde el sufrimiento, cuestión que hay que revisar para evitar un auto-maltrato innecesario.
Cuando el ruido mental de la sociedad actual dificulta un encuentro reflexivo y nutritivo con uno mismo, los encuentros de CONSCIENCIA DEL SER pretenden acompañar a nuestra transformación interior aportando contenido teórico y práctico en donde experimentarnos. La invitación es volver a tomar las riendas de nuestra vida, arriesgarnos a VIVIR. Honrar la vida, tomar la vida, estar disponibles para VIVIR. Porque el único propósito de la vida es VIVIRLA.
Os espero todos los meses, en el centro Saludarte de Zarautz, para juntos aprender que es esto de SER y VIVIR.
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